lunes, 11 de enero de 2010


Ante todo, mis sueños son un licor, una suerte de agua repulsiva donde me hundo y que prolifera de minerales sangrientos. Ni en la vida de mis sueños ni en la vida de mi vida alcanzo la altura de ciertas imágenes; no me instalo en la continuidad. Todos mis sueños carecen de salida, de fortaleza, de plano de la ciudad. Un verdadero olor a encierro de miembros cortados.
Por lo demás, estoy informado en exceso de mi pensamiento para que me interese algo de lo que allí ocurre: lo único que pido es una cosa, que me encierren definitivamente en mi pensamiento.
Y en cuanto a la apariencia física de mis sueños, ya lo dije: un licor.
Antonin Artaud.

1 comentario:

  1. De amor y placer huelo lo que queda: Carne viva que antes lamía, parte de tu cuerpo retorciéndose.

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